Menopausia y el síndrome genitourinario (SMG)

¿Estás en la menopausia? Quizá deberías tomarte unos minutos para leer sobre el síndrome genitourinario. ¿Sabías que el síndrome genitourinario afecta al 90% de las españolas que se encuentran en la menopausia? Por ello, sería interesante que te informaras sobre el tema para poder entender mejor lo que ocurre en tu cuerpo y cómo puedes mejorar tu calidad de vida durante esta etapa.
¿Qué es el síndrome genitourinario en la menopausia?
El Síndrome Genitourinario en la Menopausia (SGM) se define como el conjunto de síntomas y signos asociados con la disminución de estrógenos y otros esteroides sexuales, que se relacionan con cambios en los labios mayores y menores, el introito, el vestíbulo vulvar, el clítoris, la vagina, la uretra y la vejiga. Los estrógenos son necesarios para mantener la estructura y la función de la vulva, la vagina, la vejiga y la uretra. La disminución de los niveles de estrógenos se ha asociado con cambios en la fisiología de la vagina, que son la base de los síntomas que definen el SGM.
El SGM es crónica, frecuente durante la menopausia y a menudo no diagnosticada, que tiene un gran impacto en la salud sexual y la calidad de vida de las personas que lo padecen. La salud urogenital es esencial para mantener la calidad de vida después de la menopausia. El síndrome genitourinario de la menopausia (GSM), reconocido por primera vez en 2014, se caracteriza por una variedad de síntomas genitales, sexuales y urinarios desagradables que pueden ocurrir solos o al mismo tiempo y no están relacionados con otros trastornos médicos.
Los principales síntomas síndrome genitourinario en la menopausia:
- Sequedad, ardor e irritación genital: Estos síntomas pueden hacer que las relaciones sexuales sean incómodas y dolorosas, lo que afecta negativamente la vida sexual y la intimidad con la pareja.
- Síntomas sexuales como falta de lubricación y dolor durante las relaciones sexuales: La disminución de estrógenos reduce la lubricación natural de la vagina, lo que puede causar dolor y molestias durante el coito.
- Síntomas urinarios como urgencia, dolor al orinar e infecciones recurrentes del tracto urinario: La falta de estrógenos también afecta el tracto urinario, haciendo que las infecciones sean más frecuentes y causando molestias al orinar.
- Incontinencia urinaria: La debilidad de los músculos del suelo pélvico puede llevar a pérdidas involuntarias de orina, lo que es una fuente de incomodidad y vergüenza para muchas mujeres.
A veces es difícil encontrar una solución práctica o útil para estos problemas. Los medicamentos que se prescriben comúnmente suelen tener efectos secundarios como boca seca, confusión mental, ritmo cardíaco rápido y estreñimiento. Otra forma de abordar el SGM son las alternativas menos invasivas, como es el caso de la fisioterapia del suelo pélvico. A través de técnicas como la radiofrecuencia, vibración, terapia manual y fotobiomodulación, mejoraremos el tejido vulvovaginal, disminuyendo la sequedad, aportando más flexibilidad al tejido y, por consecuencia, mejorando las sintomatologías.
Además de estas técnicas, en la sesión de fisioterapia se aborda el cuerpo de manera global, donde se trabaja la reeducación de la postura y mejora de la masa muscular a través de ejercicios específicos. Estas intervenciones no solo alivian los síntomas del SGM, sino que también mejoran la salud general y la sensación de bienestar de la mujer.
Espero que os haya gustado, y no dejéis de leer nuestro articulo sobre consejos para afrontar la menopausia . En este articulo damos herramientas prácticas de como hacer frente a los principales síntomas derivados de la bajada de estrógeno que supone la menopausia
Preguntas frecuentes sobre el síndrome genitourinario
¿Cómo se trata el síndrome genitourinario?
El síndrome genitourinario de la menopausia se trata combinando opciones no hormonales y hormonales según la intensidad de los síntomas. Entre los tratamientos no hormonales destacan los hidratantes y lubricantes vaginales, que alivian la sequedad y el malestar durante las relaciones sexuales, así como las terapias físicas como el láser vaginal o la radiofrecuencia, que estimulan la regeneración del tejido vaginal. Además, la fisioterapia de suelo pélvico puede ser una herramienta muy útil para mejorar tanto la función urinaria como la calidad de vida sexual.
Cuando los síntomas son más intensos o persistentes, se puede recurrir a tratamientos hormonales locales, como cremas, óvulos o anillos de estrógenos vaginales, que ayudan a restaurar el equilibrio de la mucosa vaginal y aliviar tanto las molestias locales como urinarias, con una absorción mínima al resto del cuerpo. En algunos casos seleccionados, especialmente si la mujer presenta otros síntomas generales de la menopausia, se puede considerar la terapia hormonal sistémica, siempre bajo control médico.
Además de estas opciones, es importante adoptar hábitos de autocuidado que ayuden a mantener la salud genital, como una higiene íntima adecuada, evitar productos irritantes, mantener una vida sexual activa y usar ropa interior transpirable. Cada tratamiento debe ser individualizado y supervisado por un profesional especializado.
¿Qué es el dolor genitourinario?
El dolor genitourinario es una molestia, incomodidad o dolor localizado en la zona genital, urinaria o pélvica baja. Este tipo de dolor puede afectar tanto a mujeres como a hombres y puede manifestarse de manera aguda (repentina) o crónica (persistente en el tiempo). En el caso de las mujeres, es frecuente durante la menopausia debido a la atrofia de los tejidos por la disminución de estrógenos, siendo uno de los síntomas del síndrome genitourinario de la menopausia.
Sus causas son variadas e incluyen infecciones urinarias, cistitis intersticial, irritaciones, enfermedades de transmisión sexual, inflamación de la vejiga o uretra, alteraciones del suelo pélvico o incluso trastornos funcionales como el síndrome de vejiga hiperactiva. También puede tener un origen emocional o relacionado con el estrés, ya que el dolor pélvico crónico puede tener componentes físicos y psicosociales combinados.
Este tipo de dolor puede tener un fuerte impacto en la calidad de vida, afectando no solo el bienestar físico, sino también la esfera sexual, emocional y social. Por ello, es importante buscar un diagnóstico médico preciso y valorar un abordaje integral que incluya tratamiento médico, fisioterapia de suelo pélvico y, en algunos casos, apoyo psicológico.
¿Qué pasa con la vejiga en la menopausia?
Durante la menopausia, la disminución progresiva de los niveles de estrógenos no solo afecta al aparato reproductor, sino también al sistema urinario. La vejiga, la uretra y los tejidos circundantes contienen receptores de estrógenos, por lo que su falta provoca una pérdida de elasticidad, hidratación y grosor en las paredes de la vejiga y la uretra, volviéndolos más sensibles, frágiles y propensos a irritaciones.
Estos cambios pueden dar lugar a síntomas como aumento de la frecuencia urinaria, urgencia, escapes de orina (incontinencia urinaria), dolor al orinar (disuria) e infecciones urinarias recurrentes. Este conjunto de molestias forma parte del llamado síndrome genitourinario de la menopausia (SGM), una afección que engloba tanto síntomas vaginales como urinarios debido a la atrofia urogenital.
Es fundamental reconocer estos síntomas a tiempo y tratarlos adecuadamente mediante hidratación local, tratamientos hormonales vaginales, fortalecimiento del suelo pélvico y cambios en los hábitos de salud urinaria, ya que un abordaje temprano ayuda a prevenir complicaciones y mejora notablemente la calidad de vida de la mujer en esta etapa.
¿Qué es la vulvovaginitis por menopausia?
La vulvovaginitis por menopausia es una inflamación y alteración de la mucosa vulvar y vaginal que ocurre como consecuencia de la disminución de los niveles de estrógenos durante la menopausia. Esta caída hormonal provoca un adelgazamiento de los tejidos, pérdida de elasticidad, disminución de la lubricación natural y cambios en el pH vaginal, favoreciendo la aparición de irritaciones, sequedad, picor, escozor e incluso molestias o dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia).
Además, el entorno vaginal se vuelve más vulnerable a infecciones, ya que se altera la flora protectora natural (lactobacilos), facilitando el crecimiento de bacterias o hongos. Por ello, la vulvovaginitis atrófica o por menopausia no solo afecta la salud íntima, sino también la calidad de vida, el bienestar sexual y emocional de la mujer.
Este tipo de vulvovaginitis se puede tratar de manera eficaz mediante hidratación y lubricación local, tratamientos con estrógenos vaginales de baja dosis, terapia con láser ginecológico y ejercicios de suelo pélvico, siempre bajo supervisión médica. Un diagnóstico temprano y un enfoque integral ayudan a aliviar los síntomas y prevenir complicaciones.
¿Qué son los trastornos genitourinarios?
Los trastornos genitourinarios son un conjunto de alteraciones que afectan tanto al aparato genital como al urinario, ya que comparten estructuras anatómicas y funciones interrelacionadas. Estas alteraciones pueden manifestarse a cualquier edad, pero son especialmente frecuentes en mujeres durante la menopausia debido a la disminución de estrógenos, lo que provoca cambios en la mucosa vaginal, la uretra y la vejiga.
Entre los trastornos genitourinarios más comunes se encuentran la sequedad vaginal, irritación, dispareunia (dolor en las relaciones sexuales), infecciones urinarias recurrentes, incontinencia urinaria, urgencia miccional, dolor pélvico crónico y síndrome genitourinario de la menopausia. También se incluyen problemas funcionales como la vejiga hiperactiva o la dificultad para vaciar completamente la vejiga.
Estos trastornos impactan negativamente en la calidad de vida, ya que no solo generan molestias físicas, sino que también pueden afectar la salud sexual, el bienestar emocional y las relaciones sociales. Por ello, es importante abordarlos de forma integral mediante un diagnóstico adecuado y tratamientos adaptados a cada caso, que pueden incluir desde medidas higiénico-dietéticas, fisioterapia de suelo pélvico, tratamientos hormonales locales hasta intervenciones quirúrgicas en casos más complejos.
¿Cómo aliviar el síndrome genitourinario?
Cómo entender y manejar el Síndrome Genitourinario de la Menopausia
El Síndrome Genitourinario de la Menopausia (SGM) es una condición muy común, pero no por ello menos molesta, que afecta a muchas mujeres. Se trata de un conjunto de síntomas en la zona vaginal y urinaria causados por la disminución de estrógenos durante esta etapa.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
- Sequedad y picor vaginal.
- Dolor o molestias durante las relaciones sexuales.
- Urgencia urinaria o mayor frecuencia de orinar.
Opciones de tratamiento: Más allá de las hormonas
Afortunadamente, existen varias maneras de aliviar y tratar estos síntomas, adaptándose a las necesidades de cada mujer.
1. Tratamientos hormonales locales: La opción más eficaz es el uso de estrógenos locales. Estos se aplican directamente en la zona afectada a través de:
- Óvulos vaginales.
- Cremas.
- Anillos vaginales.
Su gran ventaja es que actúan directamente en la mucosa, aliviando los síntomas sin alterar de forma significativa los niveles hormonales en el resto del cuerpo.
2. Alternativas no hormonales: Si no puedes o no quieres usar hormonas, hay excelentes opciones que también ofrecen muy buenos resultados:
- Hidratantes y lubricantes vaginales: Ayudan a mantener la zona hidratada y a reducir la fricción.
- Ácido hialurónico vaginal: Regenera la mucosa y mejora su elasticidad.
- Tratamiento con láser vaginal: Estimula la producción de colágeno, mejorando la salud del tejido.
- Suplementos naturales: En casos leves, las isoflavonas de soja o el trébol rojo pueden ser útiles, siempre bajo la supervisión de un profesional de la salud.
Consejos para el día a día
Además de los tratamientos específicos, puedes incorporar hábitos saludables en tu rutina para cuidar tu bienestar íntimo:
- Utiliza productos de higiene suaves y específicos para la zona íntima.
- Evita la ropa muy ajustada.
- Realiza ejercicios de suelo pélvico.
- Mantén una vida sexual activa (con o sin penetración) para ayudar a conservar el tono y la salud de la zona vaginal.
Recuerda: si las molestias persisten o afectan tu calidad de vida, lo más importante es que consultes a tu ginecólogo para encontrar el tratamiento más adecuado para ti.
¿Qué pasa si no se trata la atrofia vulvar?
Si la atrofia vulvar no se trata, es importante saber que, a diferencia de otros síntomas de la menopausia como los sofocos, esta condición no suele desaparecer por sí sola y, de hecho, tiende a empeorar con el tiempo. El adelgazamiento y la pérdida de elasticidad de los tejidos vulvares y vaginales pueden volverse más pronunciados, lo que a su vez agrava los síntomas y puede generar problemas de salud a largo plazo.
Si no se abordan, las consecuencias de la atrofia vulvar pueden ir más allá de la incomodidad inicial y afectar la calidad de vida de forma significativa, manifestándose en una variedad de problemas persistentes:
- Dolor durante las relaciones sexuales: La sequedad y la fragilidad del tejido pueden provocar molestias, irritación e incluso sangrado, haciendo que la actividad sexual sea dolorosa.
- Aumento de infecciones: La atrofia altera el pH y el equilibrio de la flora vaginal, lo que eleva el riesgo de sufrir infecciones vaginales y urinarias de manera recurrente.
- Problemas urinarios: Los tejidos de la uretra también se ven afectados, lo que puede causar síntomas como ardor al orinar, urgencia urinaria y, en algunos casos, incontinencia.
- Impacto emocional: La combinación de dolor físico, incomodidad y la reducción del deseo sexual puede afectar la autoestima y la confianza personal.
Por todo ello, es fundamental no ignorar los síntomas y buscar el tratamiento adecuado, ya que existen soluciones efectivas que pueden mejorar notablemente estos problemas.
¿Cuáles son los síntomas de la atrofia urogenital?
La atrofia urogenital, conocida también como el Síndrome Genitourinario de la Menopausia (SGM), es una condición común causada por la disminución de estrógenos. Afecta directamente los tejidos de la vagina y la vulva, provocando una serie de síntomas molestos. Entre los más frecuentes se encuentran la sequedad, el picor y el ardor vaginal, así como el dolor durante las relaciones sexuales debido a la falta de lubricación y al adelgazamiento de las paredes vaginales. Esta fragilidad de los tejidos también puede llevar a un sangrado leve o a una mayor propensión a las infecciones vaginales.
Además de los síntomas vaginales, esta condición también afecta el sistema urinario. Las mujeres pueden experimentar un ardor al orinar (disuria), un aumento en la frecuencia y urgencia para ir al baño, e incluso incontinencia urinaria. La atrofia urogenital también aumenta la probabilidad de sufrir infecciones urinarias recurrentes. Es importante destacar que la severidad de estos síntomas varía de una persona a otra, por lo que ante cualquier molestia persistente es fundamental consultar a un ginecólogo para recibir un diagnóstico y un tratamiento adecuados.